el ejecutivo perfecto
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Con una frecuencia cada vez mayor, nuestro país está siendo objeto de visitas de expertos internacionales en la diversas materias relacionadas con el mundo de los negocios. Y si bien cada uno de estos seminarios se aboca a distintos temas específicos, un hilo común los une: la búsqueda del éxito. En efecto, ya sea a través del marketing, la planificación estratégica o cualquier otra forma, lo que en definitiva venden estos “gurús” de la administración – y lo que quieren aprender quienes los escuchan – es el supuesto camino al éxito.
Una receta que muchos sueñan tener, pero que pocos han encontrado. Por ello, éste es un negocio que tiene proyecciones y variantes infinitas. Así, no solo los seminarios acerca del tema se han multiplicado, sino también los libros, las revistas, los videos, etcétera.
Observando este verdadero festín de “caminos al éxito”, recordé un artículo publicado hace algún tiempo en el prestigioso diario norteamericano “The Wall Street Journal” denominado “El ejecutivo perfecto”.
Por el título, aparecía como una crónica más acerca del recurrente tema del éxito. Sin embargo, al leerlo, la sorpresa fue mayúscula. El ejecutivo perfecto era nada menos que Jesús. “Los empresarios inteligentes deberían dedicar algún tiempo a estudiar las técnicas de administración de los grandes líderes de la historia”, argumentaba el artículo. Y uno de ellos – el más exitoso, a su juicio – fue precisamente Jesús.
“El definió su misión y la llevó a cabo en sólo tres años, creando una empresa con sucursales en más de 200 países y 1500 millones de consumidores”.
¿Cuál fue su marketing? Jesús no promovió la venta a presión, como es común en nuestros días. Por el contrario, su estrategia fue ir convenciendo a quienes lo escuchaban, sin olvidar nunca sus deseos y necesidades. En otras palabras, tenía una clara orientación al cliente.
En cuanto a su estilo de administración, jamás vio a sus discípulos como objetos de su manipulación para sus metas y su éxito. Su estrategia fue aplicar uno de los principios básicos de la motivación: la gente quiere saber cuánto se preocupan por ellos, y no cuánto saben sus jefes.
En la organización interna de la empresa promovió el trabajo en equipo y el espíritu de cooperación. Incentivó la competencia, pero no es su versión burda – frecuente hoy – que indica que el competidor es el principal obstáculo para alcanzar los objetivos, sino que aquella que estimula y persigue alcanzar la excelencia en la vida.
En el tema del liderazgo, nunca utilizó trucos publicitarios, sino que una actitud de servicio. “Practicar el liderazgo de servicio no significa que las personas tengan que dejar a un lado sus ambiciones y objetivos personales. Significa que la ambición es buena sólo en la medida en que persigue metas amplias, nunca a expensas de otros, sino con su ayuda y para beneficio de todos”.
Este ejemplo es particularmente interesante en el mundo de hoy, donde la empresa privada y quienes la dirigen están adquiriendo un papel cada día más preponderante en la sociedad. Así, como quizás nunca antes, son muchas las personas que dependen del éxito de los empresarios.
Esta es una gran responsabilidad para los hombres de empresa, quienes deben tener presente que el camino que tomen para alcanzar el éxito no es indiferente. Si es uno que significa ganar a costa de los demás, es claro que el sistema no durará. Podrá ser más eficiente, pero menos justo.
Es necesario, pues, seguir la ruta que asegura el éxito permanente, aquella que busca la excelencia de vida. Y, como lo plantea la crónica del wall street journal, ello no significa entrar en contradicción con los principios básicos de la administración moderna. Por el contrario, Jesús aplicó muchas de las técnicas que hoy están en boga: trabajo en equipo, espíritu de cooperación, liderazgo de servicio….
De esta forma, la idea de ser empresario eficiente y moderno, y al mismo tiempo cumplir un papel trascendente, es perfectamente posible. Es una opción abierta a todos. Una que de hecho siguen hoy algunos en el mundo y en nuestro país con buenos resultados. Son aquellos que han encontrado el éxito total, aquel que no solo beneficia a unos pocos sino que es capaz de compartir sin necesidad de que sea una actitud impuesta por la ley.
Ahora, hay que tener presente que este camino no está exento de problemas. Incluso Jesús se vio enfrentado a la deslealtad de dos de sus más cercanos colaboradores en el momento más crítico de su vida. ¿quiere decir esto que fracasó? En ningún caso. Significa solamente que operamos en un mundo imperfecto, lo que es un dato. A pesar de ello, al menos tenemos un ejemplo perfecto.
Andrés Benítez Pereira.
saludos
4 comentarios:
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Estimados:
El ejecutivo perfecto se puede traducir también como el gerente perfecto, el administrador perfecto, etc.
Jesús es el que lleva la gestión del reino de DIOS para su salvación, osea, es nuestro redentor (salvador).
saludos
Michel
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